Gran Mar en la Biblioteca de Casa Espacio FIFV y en Revista Letargo, en ojos y palabras de Joaquín Rodríguez…
“En los comienzos, había que cruzar un conchal para llegar hasta la playa brillante de gruesa arena blanca… también una pequeña aguada que olía a musgo y rocas, a plantas resinosas del cerro. Yo tenía una edad tan breve aún, que recuerdo el filo de las conchas en mis pies y el agua, el aroma de la sal caliente, nada sabía de Changos ni Chinchorros, ni menos que habitaran mi pulso. Sin embargo, el recuerdo vibra intenso en el corazón, la voz interior de la que habla García Alix, esa que entre mil pensamientos puja por hacerse escuchar.
La luz era la del sol sobre las conchas, sabíamos que terminaba el invierno cuando comenzaban a brillar entre los huilles que brotaban tiñendo el cerro de azul. La sombra era una casucha oscura que habitaba el centro del conchal. La “Queda”… Aunque la temía, espiar entre sus tablas e imaginar qué ocultaban me hacía saltar el corazón.
Si me daba hambre, comía huiros secos de la playa, sentada sobre las conchas de loco… todos los días comíamos locos, el pollo era demasiado caro. Locos y callampas del cerro que vendían unos niños no mayores que yo. Mi mamá les compraba con total confianza, decía que ellos sabían, que lo habían sabido desde siempre, desde sus ancestros. Los mismos que desde tiempos remotos han construido las Quedas para refugiarse durante los días de pesca lejos de sus clanes. Precarios techos nómades rodeados de conchas… rastros de aquellos que, colecta tras colecta, han vivido ahí algunas noches con sus días.
Hoy sin embargo, las rodean botellas, pañales, colchones o neumáticos. ¿Qué fue de ese sol y esa mañana húmeda sobre el conchal? ¿Cuántas caletas más habrán desaparecido en el transcurso de mi generación que nació sin basurales y ahora reina entre ellos?
Registrando la costa atestiguo el cambio: rocas sembradas de desechos industriales y domésticos, la basura me ha ido encontrando… ¿Cómo convierto mi viaje en un documento que de cuenta de este paisaje que hemos construído? ¿Cómo hacerlo visible? ¿Cómo plantear acciones de reparación? Si al mar le damos basura, con ella dibuja sus cotas la marea sobre la arena… yo quiero volver a encontrar hüiros, flores y conchas en su huella. Escucho voces antiguas en mis latidos. Como los Camanchacos navegando en sus cueros de lobo, recorro la orilla y me pregunto cómo sería el océano cuando era océana, cómo sería el Pacífico antes del Pacífico y se que quiero ver limpio otra vez el rostro de Mamacocha.”