Palabra de Estrellas está basado en el libro Cosmographia de Pedro Apiano, publicado en 1548 en Amberes; la invitación consideraba estudiar y proponer estructuras móviles a partir de la manipulación del ejemplar original, oportunidad que me dio Antonieta Palma, Jefa del Depto de Conservación la Biblioteca Nacional de Santiago por intermedio de Soledad Correa del Centro Nacional de Conservación y Restauración. Agradezco a las dos por su valiosa ayuda.
Vivo en Antilhue, el lugar del sol, al pie de la montaña de los cóndores. Algunos creen firmemente que el Manquehue es un volcán apagado. Yo tengo la convicción de que esto está súmamente encendido del magma de las auras, las consciencias, que han habitado esta orilla del planeta antes de mi.
Hice un largo viaje para llegar hasta acá, desde una estrella muy lejana, raro que uno de nosotros venga hasta acá. Eso aseguran los chamanes y magos que han acompañado este viaje, el mío.
Pareciera, como afirma Wim Wenders a través de los ángeles de sus películas, que amamos el tacto de la piel, el sabor de un beso o el aroma del hielo de Los Andes que baja hasta mi ventana cada mañana soleada de invierno y por eso volvemos una y otra vez... Sólo aquí nuestra consciencia se manifiesta en un cuerpo de latidos y ojos, de dedos y pulso, de flujo espiral. Acá extrañamos la perfección, pero a cambio tenemos la experiencia de reir hasta llorar o amar hasta disolver el tiempo. Por eso venimos. Por eso yo vine hasta aquí, el lugar del sol, un nodo energético, envuelta del inmenso totem que cuida mis amaneceres y atardeceres, la hora en que las dimensiones se funden y la tierra se vuelve una con el cosmos. Aquí, entre ánimas guerreras, he conectado con mis estrellas, las que se alinearon en el cielo de Atacama para verme nacer, a la orilla del mar...
Antes de encarnar definimos ciertas coordenadas para vivir la tierra. Dicen que venimos a experimentar lo que somos (y lo que no somos) Las estrellas guardan para nosotros ese trazado. Su posición particular y la de la luna, el sol y los planetas en el momento que nos asomamos a la tierra, nos recuerda eso que olvidamos inmediatamente al nacer: Quienes somos y a que venimos... Alucinante que ese acuerdo con el universo quede registrado en un código que podemos leer y consultar, como Waze o Google Maps.
Sólo hay que recordar el lenguaje de las estrellas...